lunes, 26 de marzo de 2012

UNA ESPADA EN LA NOCHE


Miyaki apoyó su sangrante mano contra el cerezo del jardín. Las hojas blancas del árbol caían débilmente sobre la espalda del samurai tornándose rojas al contacto con las heridas de su espalda.

Sin soltar la mano del tronco del árbol apoyó la mano que le quedaba libre sobre la sangrante herida del pecho y dirigió su mirada hacia las estrellas. En unos minutos todo habría acabado.

Apoyó su espalda contra el tronco del cerezo y espero. Su inerte cuerpo se fue resbalando hacia el suelo. Miró hacia su cadera y observó como la daga clavada en su abdomen hacía emanar de éste la poca sangre que aún le quedaba.

Mirando hacia el cielo vio como las estrellas se iban apagando en el firmamento y pensó desesperado que él sería la ultima estrella en apagarse aquella noche.

FIN

1 comentario:

Sara dijo...

Y yo que pensaba que sólo escribías poesía!! Bienvenido al mundo bloguero ;)