El olor de quien ha cabalgado a lomos del viento, el olor de cien veranos alegres durmiendo en los árboles y aventuras con indios y piratas. ¿Recuerdas Peter? El mundo era nuestro, podíamos hacer todo o nada. Podíamos ser cualquier cosa porque siempre éramos nosotros.
-Campanilla-
Libre de volar y de luchar siempre que quisiera y de mantener los sueños de jugar eternamente para nunca jamás crecer.
Así es como siempre me he sentido.
Tenerle miedo al miedo. Miedo al tiempo que se va para no regresar. Miedo a la distancia entre nosotros. Miedo a la ira que te atrapa. Miedo a la soledad.
Si, soy un hombre con miedos. Con defectos, pero nunca me he rendido. Porque cuando miro al espejo y me devuelve el reflejo que no quiero ver, cierro los ojos, y allí si estoy yo, ese niño que quería jugar contigo. Que jugaba a ser mayor, porque solo era un juego. Sigue estando ahí y eso me calma.
Hecho de menos lo que hacía cuando era niño, por eso de vez en cuando procuro hacerlo, para no olvidar, para no dejar de sentirme vivo, para recordarme a mi mismo que la vida es solo lo que tu quieres que sea.
Hoy vuelvo a ser un niño, ese niño que a veces se esconde dentro de mi, pero que no me deja solo, para que no tenga miedo. Y me lleva de la mano, me empuja y me indica el camino, la segunda estrella a la derecha.
Hoy, con el miedo de la mano, con mi amigo del tiempo, viajo por todos los callejones recordando las risas, los momentos a tu lado. Escucho tu voz. Huelo tu perfume. Los aromas se mezclan creando sensaciones que me erizan la piel. Si, estoy aquí y tu también lo estás.
-Quédate a mi lado- me dices, -no te dejaré- te respondo. Pero fuiste tu quien se marchó minutos después, y cada día tengo que mirar al cielo, por si mi vista alcanza a verte. Maldigo ese día como ningún otro.
Después de todos estos años, ¿te acordarás de mi? No se si en la ciudad de los niños están permitidos los recuerdos. Lo averiguaré cuando vaya. Mientras tanto aquí sigo, conociéndome a mi mismo cada día un poco más. Intentando ser, sin dejar de ser yo mismo.
Mi mente vacila por un segundo, ya no te veo, me encuentro en otro lugar.
Puedo distinguir sombras que me son conocidas. Ahora veo con nitidez, tu guitarra siempre al hombro, allá donde fuéramos, tu camisa de cuadros rojos y negros, tus vaqueros gastados de aventuras, ese tupé inconfundible, y esas patillas.
A tu lado aprendí de la vida, de las canciones y que nada importa. Tan solo una sonrisa a tiempo. Quizá por eso no dejaste que nos despidiéramos, y me dejaste tu también. -El mundo es demasiado amargo, por eso hay que sonreír- decías. -Bop Doo Wopp- decías, era tu forma rockabilly de "carpe diem".
Vuelvo a parpadear y regreso a la cama desde donde escribo, se me escapa una lágrima traidora que viaja desde mi mejilla hasta la colcha dejando un pequeño circulo húmedo, lleno de amargura y desesperación. Os maldigo por abandonarme, por no estar aquí, ahora, por dejarme que me enfrentara yo solo al tiempo, por mentirme cuando prometisteis que nada nos separaría.
Allá donde estéis, escuchadme, oíd bien que sigo aquí, luchando por nuestros sueños, batallando contra nuestras pesadillas, sin descanso, sin olvidaros.
Podíamos ser cualquier cosa porque siempre éramos nosotros. Ahora lo sé, pero os sigo echando de menos. Pronto nos reuniremos en el árbol, en aqueĺ puente cantaremos nuestros temas y nos reiremos de todo. Se me hace una mueca de sonrisa en la cara, mezclada con la humedad de mis ojos.
Podíamos ser cualquier cosa porque siempre éramos nosotros. Sí. Os quiero, no lo olvidéis.
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